Estas preguntas crecen edificios.
Cada uno tiene la cara de un recién
nacido,
y las manos de un anciano.
Que la historia no crece con los ojos
cerrados.
Pero tampoco con los brazos
abiertos.
Se hace la guerra primero.
Con la boca, con las lágrimas, con
el espejo.
La paz es una canción que duele en
las noches.
En el cosquilleo del silencio en la
almohada.
Duele pero sana.
Y las contestaciones son la espina
que no se toca.
Que se deja germinar
y nutre.
Que se mete en la cama contigo,
y te pone en las orejas, sin que
sospeches, la fe.
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