Buscar es
cerrar los ojos y leerse las rutas que no se transitan: por miedo a la oscuridad;
por miedo a la luz. En el trayecto se pueden las pestañas mojar y
encogerse: hay caminos plagados de lluvia, de aguas estancadas que parecen
lagos, nunca ríos. Y los pies descalzos se te arrugan, pero tú no has abiertos
los ojos. Sientes las piel envejeciendo pero no te sientes triste. Has visto
allá adentro, lejos, la arena. Puedes oler la sal y los caracoles rotos. Una
presión ligera besándote los párpados.
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