Hoy, por primera vez, recortando las cebollas para la cena, no lloré. Tampoco te extrañé, como de costumbre, en el otro cuarto leyendo de cosas que después yo trataré de pintar. No como tú, Dieguito. Tú bien deberías saber que el comunismo no cabe en un mural.
Destejiéndome,
Tu paloma
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