Yo
no busqué el silencio,
Sino
que lo guardé en el fondo de todas las gavetas que había vaciado después de ti.
Y recorrí
la angustia:
Toda
hablada,
Toda
deshecha ya,
Toda
masticada por las bocas impuras de la gente
Que
me veían convertida en un monstruo,
En
llaga,
En
unos pies lacerados por el calor del frío.
Mutiladas
las manos de una madre en espera.
Yo
no busqué preguntas.
Yo
me creí las respuestas que no me dabas más que con los oídos.
Y
teníamos, entre los dos, un espacio pequeño para criar mariposas.
Que
se morían,
Sí,
Todos
los viernes.
Pero
allí nacían de nuevo las alitas débiles,
Y tú
las arrullabas entre los dedos.
Y me
pedías que las besara con las pestañas para que me volverían a aletear en
el vientre.
Siempre
nacían pares nuevos.
Y
yo te volvía a creer la mirada.
A
guardar el silencio para no herirte la boca con cosas,
Que
yo sé,
Tú
no querías decir.
Porque
lastimarían.
Porque
me harían granizo el tiempo.
Y todo
lo que te di en invierno.
Que
no fue mucho,
Sino
un millón de mariposas hoy muertas.
Ay!!!,las mujeres siempre llevando a lo mas sutil cosas que son tan fuertes, me gusto mucho el final, esta para pintarlo...;)
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