Ahora mismo no tengo nada que ofrecerte.
Tengo las manos tan vacías como cuando me encontraste.
Pero allá lejos había una soledad tartamuda,
Y tú me pediste que me quedara.
Y yo me quede.
Aun después me quede.
Después de lo llorado.
Después del hielo.
Ahora mismo no tengo nada que darte.
Tengo los pies tan confundidos,
Y el tiempo no retrocede.
Los ojos se me hacen más viejos.
Las esquinas de las orejas ya no me recuerdan cosas.
Y sé que la distancia nos traerá hijos nuevos.
Con nombres nuevos
Y rutas nuevas.
El invierno y el verano tendrán la misma cara que una vez conocí.
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