cuando él duerme en mi cama, el aire se impregna de un olor denso como de humo. sus poros son tuneles llenos de luz, sin embargo. si él duerme aquí, junto a mi, mis sábanas adquieren otra forma y en la mañana inventamos un juego para unir las piezas dispersas, las arrugas dispersas. todo lo que se dispersa en una noche; lo que no se queda pegado al cuerpo. sus pies voladores por todas partes hacen líneas, se besan, se miran de frente y sonríen. sus manos siempre regresan a mis senos, no importa la hora: ellas regresan y yo las empiezo a amar. los días en que amanece en mi cama, (sigo hablando de él), se cierran las ventanas y se hace café como un rito, se bebe café como un rito, se respira el café... y todo se calla; menos sus manos.
y mi cuerpo espera.
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