¿Hacia dónde te diriges, vagamundo?
¿A quiénes quieres convidar a nuestro encuentro?
Que escuchen nuestras pieles desgarradas,
que sientan el murmullo de las manos en el templo.
Y tú,
que no te haces nudo,
que no te haces espina:
esperas a que espere
que un centenar de hormigas
coman lo que resta de mis alas.
Que hagan de mi orgullo un circo desmedido y sin patas.
Que hagan de mi,
Mujer,
el esperpento.
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